Dua Lipa celebra arte shipibo antes de su concierto en Lima.

Lima.- La visita de Dua Lipa al Perú dejó una huella que va más allá de la música. La estrella británica, reconocida por su conexión con las culturas que descubre en cada país, no perdió la oportunidad de acercarse al arte ancestral amazónico y compartir un momento íntimo con representantes del pueblo shipibo konibo antes de su esperado concierto en Lima.

Lejos del ruido del estadio de San Marcos, al caer la tarde, Adelina Abonari y Liz Franco integrantes del colectivo muralista shipibo konibo de Cantagallo, llegaron al backstage del espectáculo sin imaginar la calidez con la que serían recibidas. Este encuentro, coordinado con anticipación, se transformó rápidamente en una experiencia que ambas describen como “mágica”.

Según relataron, Dua Lipa mostró un genuino interés por el arte que ellas preservan y difunden, pero también por el rol que las mujeres amazónicas cumplen en sus comunidades. "Ellas se pusieron en contacto con mi nieta y a través suyo organizamos esta visita. Dua Lipa se mostró muy interesada no solo en nuestro arte, sino en la labor que como mujeres desarrollamos. Ella es una persona muy sensible y se quedó maravillada con el arte amazónico", compartieron tras la reunión.

 Durante la conversación, que se desarrolló con cercanía y respeto, las artistas obsequiaron a la cantante un collar elaborado con diseños tradicionales y colores inspirados en la bandera peruana, esperando algún día verla lucirlo en algún escenario del mundo.

Abonari y Franco también resaltaron la sencillez de la artista, quien no solo se tomó fotografías con ellas, sino que además las invitó a disfrutar del concierto desde una zona privilegiada, donde pudieron apreciar el despliegue escénico que acompañó su presentación en Lima.

Más que una visita protocolar, el encuentro reafirmó para las artistas shipibo konibo que Dua Lipa mantiene un compromiso auténtico con la cultura de los países que recorre. La experiencia, que atesorarán por siempre, se convirtió en un recordatorio de cómo el arte, desde cualquier lugar del mundo puede tender puentes, inspirar respeto y celebrar identidades diversas.

Fuente: Andina

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