Sueños tejidos a pulso

Madre artesana transforma su talento en oportunidad para su familia.

Programa Juntos resalta historia resiliente de artesana que impulsa su propio emprendimiento

Foto: Andina

Madre de Dios .- El Programa Juntos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) ha puesto en relieve el inspirador camino de Irma Silva Campos, una mujer cuya habilidad con el tejido ha pasado de ser un pasatiempo infantil a convertirse en un proyecto de vida y una fuente de ingresos para su familia. Su historia, marcada por la constancia, demuestra cómo un talento simple puede convertirse en una herramienta de cambio.

Aunque nació en Cajamarca, las vueltas inesperadas de la vida la llevaron a instalarse en el Centro Poblado de Alerta, en el distrito y provincia de Tahuamanu, región Madre de Dios. Allí, junto a su familia, levantó una modesta casa de madera que hoy funciona como su refugio, taller y espacio donde su creatividad cobra forma.

Desde pequeña, Irma encontraba en las agujas y los hilos una compañía silenciosa, un mundo que la mantenía absorta mientras exploraba las infinitas posibilidades del crochet. Mientras otras niñas corrían entre juegos y risas, ella observaba con atención cómo esos hilos delgados podían transformarse en nuevas texturas y figuras. Ese arte silencioso fue modelando su sensibilidad y disciplina.

Con el tiempo, lo que empezó como entretenimiento infantil se convirtió en una habilidad cada vez más pulida. Primero creó vestidos para sus muñecas, luego prendas para sus hijos, y poco a poco fue encontrando en ese oficio una tranquilidad que acompañaba su día a día. Sin embargo, el giro decisivo llegó de manera inesperada.

Todo comenzó sin querer”, cuenta con una sonrisa. “Hice un vestidito para mi niña y una vecina lo vio. Le encantó y me pidió que le hiciera uno. Ese fue mi primer encargo”. Ese pedido sencillo despertó en ella la idea de que su habilidad podía convertirse en algo más grande, una oportunidad para aportar económicamente a su hogar.

La vida en Madre de Dios no ha sido sencilla, pero ella y su familia han aprendido a fortalecerse con cada reto. Cultivan sus propios alimentos, crían animales y cuidan el pequeño espacio en el que han construido su hogar. En medio de esa rutina, Irma continúa aprendiendo nuevas técnicas, perfeccionando bordes, combinando colores y creando diseños que resaltan por su delicadeza.

Vestidos, faldas, blusas y accesorios nacen de sus manos con una dedicación que imprime un toque único: amor por lo hecho a mano. Con la seguridad ganada tras años practicando en silencio, Irma Silva Campos ha decidido apostar por un emprendimiento formal. Para ella, cada proyecto empieza igual que cada tejido: con una puntada segura.

Porque Irma no solo crea prendas; teje oportunidades y construye esperanza, dando forma a un futuro donde su talento florece sin límites.

Fuente: Andina


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